En esta entrevista Paloma de Andrés, participante en los talleres de COASTAL, nos cuenta su proyecto fin de carrera sobre la recuperación de las salinas de Marchamalo, y en la siguiente Narciso Blaya nos habla del proyecto que intentó poner en marcha a raíz del trabajo de Paloma.
Consideramos que éste es un ejemplo magnífico de cómo puede funcionar la transferencia de conocimiento desde las universidades a los distintos sectores económicos, pese a no haber podido llevarse a cabo todavía.
¿Qué te motivó para escribir este proyecto?
Hace algo más de año y medio presenté mi proyecto fin de Arquitectura sobre la recuperación de las salinas en el que estuve trabajando durante dos años. Ese tiempo realicé un trabajo de estudio previo en el que la información oral de los diferentes agentes relacionados con las salinas fue decisiva para mi propuesta: desde técnicos del mantenimiento actual hasta antiguos trabajadores de cuando estaban activas pasando por biólogos, vecinos de la zona, salineros de otras salinas… Resaltar con esto que el interés por la recuperación de la zona a nivel social es enorme y que de forma paralela a los indudables valores ambientales existe una componente de valor histórico y representativo del lugar que debe ser conocido y puesto en valor.
¿Cómo puede este proyecto ayudar a promover un modelo de turismo de naturaleza y cultural más sostenible en el Mar Menor?
El proyecto gira en torno a la recuperación del proceso de producción de sal, que como no podía ser menos, se trata de una actividad ecológica y sostenible ya que los únicos recursos necesarios son los naturales: el agua del Mar menor se acumula en las balsas e inicia el recorrido por el cual a través del sol, el aire y el tiempo se consigue la sal. El objetivo principal del proyecto es fomentar un Plan de Gestión que permita establecer unas propuestas de actuación a dos escalas:
- Paisajística, mediante la recuperación del entorno y la creación de un espacio público que potencie la actividad salinera; y
- Arquitectónica, aprovechando las edificaciones existentes para diseñar nuevos espacios que se adapten a las necesidades actuales mediante fundamentos de sostenibilidad y respeto al medio, la mínima intervención y el uso de materiales con el menor impacto ambiental posible.
Me gustaría dejar claro que cuando hablamos de las Salinas de Marchamalo no sólo son las balsas y la producción de sal, si no también son los caminos, el entorno, el Mar Menor, la flora y fauna característica del lugar, las edificaciones de piedra asociadas a la producción donde aún se observan las tolvas de almacenamiento de sal, el molino de viento que se usaba para moler sal característico del campo de Cartagena, es el Vivero y es la Rada Salinera en Cabo de Palos. Todo ello, tanto a nivel paisaje, ambiental y arquitectónico se encuentra en un estado de degradación lamentable.
Casi cualquier persona (local o turista) que vaya al lugar puede encontrar un interés particular si las salinas estuvieran activas: desde las tradicionales visitas guiadas a la experimentación en la extracción de sal, la observación de aves, la fotografía, el patrimonio de los molinos, el tratamiento con lodos o simplemente hacer deporte y pasear por una zona que, aunque no lo parezca, cuenta con 5 protecciones ambientales. Pocos lugares se me ocurren que puedan juntar un modelo de turismo de naturaleza, cultural y de la salud tan completo en un espacio único.
Las salinas proveen de cantidad de bienes y servicios ecosistémicos – éstos son los que las personas obtienen de los ecosistemas ya sean económicos, sociales o culturales – y por tanto la aportación a los distintos sectores representados en el Mar Menor y alrededores sería indudable.
Por último comentar que son varias las salinas de menor tamaño que se han recuperado en España siguiendo esta línea y es una pena que por falta de interés, tanto de los propietarios como de la Comunidad Autónoma, que son los que tienen posibilidad de actuar de una forma u otra, se mantengan abandonadas a pesar del interés de la sociedad, en general y de personas como Narciso en particular, de recuperar el espacio.
La imagen de portada es un fotomontaje de la idea del proyecto hecho por Paloma de Andrés
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