Hemos recuperado una entrevista que le hicimos a Julio Mas en noviembre de 2018, asesor Científico y Técnico (en la actualidad jubilado) del Instituto Español de Oceanografía (IEO).
¿Cuáles son los principales problemas que, en tu opinión, tiene el Mar Menor y cómo se ve afectado el sector pesquero?
Impacto antropogénico, transformación de sus ecosistemas y de las poblaciones que lo habitan, especies invasoras, cambio climático, cambio global, fragilidad de un ecosistema lagunar con sus resultados finales (colmatación, rotura de La Manga, por la elevación del nivel medio del mar) y otras consecuencias.
La afección es general para la pesca, la actividad salinera y la acuicultura, aunque realmente en el Mar Menor no hay un sistema de cultivos marinos tal y como se entiende hoy día, es más el aprovechamiento de un ecosistema que sirve de migración, refugio, criadero y engorde de especies silvestres no confinadas o estabuladas/cercadas por redes o encañizadas. Al tiempo que por sus intercambios de masas de agua y de sus condiciones climáticas se favorecen estas actividades de explotación tradicionales de un ecosistema con estas características tan peculiares.
En cuanto a la actividad salinera la modificación de las características físico-químicas podrían influir en lo que han hecho de esta industria una actividad empresarial histórica, rentable y saludable. Y para finalizar, las capturas pesqueras recientes tan excepcionales de doradas, langostinos y otras especies, además de indicar que es un desequilibrio del sistema, también es un síntoma de que estas altas producciones, no conocidas con estas magnitudes al menos en las últimas décadas, es muy difícil que se consoliden en el futuro.
¿En tu opinión, cuáles son las causas de estos problemas?
El impacto de la cuenca y de sus consecuencias tanto naturales como de origen antrópico, como por ejemplo el cambio de una agricultura tradicional de secano a una intensiva con varias cosechas al año. El incremento del agua de regadío y su influencia en los acuíferos. Esta agricultura necesita un labrado varias veces al año, y lo están haciendo a favor de la pendiente, lo que también favorece la entrada de sedimentos y de otros productos usados en estos sistemas de producción (fertilizantes, plaguicidas, etc.), que finalmente acaban en la cubeta lagunar.
La apertura del canal de El Estacio, marca un antes y después en el ecosistema tal y como lo conocemos al menos desde la mitad del siglo pasado, que, con una tendencia a la estabilización desde su apertura, dicha tendencia ha sido modificada por los efectos de dicha agricultura intensiva, urbanización descontrolada y otros efectos colaterales que han modificado de forma profunda su comportamiento habitual, al menos en tiempos recientes y que ha generado la crisis ambiental de los últimos años.
¿Qué crees que podría mejorarse?
En primer término, una gestión integral de la laguna y de su área de influencia, incluida la agricultura, el urbanismo y su régimen de vertidos. La conservación y mantenimiento de los espacios naturales, incluidos algunos artificiales como los filtros verdes, u otras alternativas, como la extracción de metales pesados por vegetales selectivos, que se usó en el caso de Aznalcóllar/Doñana, o el empleo de biorremediadores como organismos marinos filtradores para contribuir a reducir ese exceso de nutrientes y de la producción primaria que generan. Un exceso de producción primaria y de nutrientes en el medio, tanto en la columna de agua, como en lo sedimentos, deja un lastre importante a la hora de que se consiga reequilibrar el sistema.
Frente a planteamientos a corto plazo, en mi opinión demasiado optimistas, considero que un criterio más realista es que este proceso será lento, caro y complicado. Pero eso implica importantes cambios sociales, económicos, de ordenación del territorio, incluso de la aceptación social de considerar al Mar Menor como un elemento vital tanto desde el punto de vista ecosistémico, como que significa de alguna manera que es una parte de la propia imagen de la Comunidad Autónoma, así como que constituye un auténtico motor económico para la comarca y para propia Comunidad Autónoma.
¿Cómo podemos compatibilizar la pesca/acuicultura/actividad salinera con la sostenibilidad de la laguna?
Yo sinceramente pienso que es posible, siempre que haya criterios comunes y un consenso entre las diferentes actividades y no sólo desde una perspectiva inmediata económica/política/social como ha ocurrido en los últimos años, sino más bien pensando en un futuro sostenible para la propia economía, pero también para los ecosistemas que nos sustentan y nos dan una buena parte de esos servicios ecológicos y de posibilidades de desarrollo futuras.
En ocasiones he comentado qué únicamente aplicando la legislación vigente, y utilizando las numerosas figuras de protección que el Mar Menor posee, una gran parte de la problemática desaparecería. De hecho, debido a esa inhibición en la aplicación de la legislación, es posible que algunas de dichas figuras de protección le sean retiradas.
Otra cuestión que he repetido reiteradamente es que hay que entender al Mar Menor, como un ecosistema único y con interrelaciones de todo tipo, por lo tanto, su gestión debe ser integral, no subdivida por Ayuntamientos o por otras Instituciones, que en ocasiones se manifiestan o actúan de formas contrapuestas.
¿Cuáles son las principales oportunidades y barreras para conseguir el objetivo de sostenibilidad económica y ambiental de dichas actividades?
En parte lo comentaba en el párrafo anterior: la dispersión de competencias, la necesidad de un órgano de gestión multidisciplinar y con una visión integral, que sepa interpretar los intereses de los diferentes sectores sociales y económicos, pero sin perder nunca de vista que, sin la conservación del ecosistema en un estado saludable, estabilizado y sostenible, el resto de las actividades no tienen futuro, al menos en un plazo relativamente corto.
¿Cómo puede la pesca/acuicultura/actividad salinera adaptarse al cambio climático?
Cada sector tiene su problemática particular y peculiar:
En el caso de la pesca hay que revisar y regularizar artes, épocas de pesca y esfuerzo pesquero, todo ello dentro de los diferentes cambios que se están viviendo. Desde mi punto de vista el obtener un rendimiento en capturas insostenible en el futuro no debe ser el objetivo, es decir habría que modificar dicho objetivo hasta ajustarlo a las capacidades ambientalmente sostenibles de la laguna (en previsión de esas modificaciones climáticas) y mantenerlo en esos términos (lógicamente con las incertidumbres que nos introducen esos cambios). Paralelamente sería importante revalorizar el producto, es decir, darle una denominación de origen, que lo haga singular y más valioso. Y También introducir otras actividades sociales como el turismo, la gastronomía, apertura de las subastas, etc., dentro de lo que es estrictamente el mundo de la pesca.
Sobre la maricultura, y teniendo en cuenta que no es una industria como tal en el Mar Menor, fomentar algo similar a lo de la pesca, con especial dedicación a las Encañizadas y recuperación de las que actualmente están en ruinas, para revitalizar su uso, no solamente como actividad pesquera sino también como espacio de educación ambiental y como área protegida.
En cuanto a las Encañizadas, ya ha habido varias iniciativas algunas del propio Ayuntamiento de San Javier (ya que están en su término municipal). La cuestión es delicada, por una parte, el edificio de una de ellas está en ruinas y si continúa así acabará por derrumbarse. El acceso debería hacerse únicamente por Mar, ya que todas las otras iniciativas de hacer algún tipo de vía de comunicación que uniese el resto de la Manga con el puerto de San Pedro tienen el peligro intrínseco en que se consoliden en una vía permanente, el famoso «acceso norte». Para a acceder por mar hay que dragar y eso es caro, lo mismo que la rehabilitación del edificio. Es decir, tiene puntos controvertidos, que habría evaluar cuidadosamente. Por otra parte, esa encañizada (El Ventorrillo) no debería dejarse en ruinas, sería un sitio ideal para hacer un observatorio y un centro de interpretación ambiental, etc. De las otras tres encañizadas, la de «La Torre» está actualmente en concesión a la empresa de pescados Albaladejo, la tienen muy bien mantenida, la de «El Estacio», está abandonada a mitad del canal de salida entre los dos mares y la de Marchamalo también está abandonada. Una de las cosas que propuse en su momento es que el antiguo restaurante «Floridablanca» que era una especie de balneario/restaurante en Lo Pagán, hoy derruido, se convirtiese en un Centro de Interpretación del Mar Menor (que no existe actualmente en ningún lugar) en todos sus aspectos: oceanográfico, pesquero, náutico, gastronómico, histórico, etc. Pero finalmente lo derribaron y no parece que exista la voluntad de que vuelvan a reconstruirlo.
En cuanto a la acuicultura en el Mediterráneo adyacente, qué sí que es una actividad industrial “sensu stricto”, campañas de formación e información, visitas guiadas, talleres de identificación, trazabilidad de especies y de sus valores gastronómicos, pueden tener un valor añadido.
Por último, sobre la actividad salinera, algo similar a lo anterior. Valorización y diversificación de los productos. Visitas ordenadas y guiadas a la actividad. Y quizás algo similar a lo que ha hecho Torrevieja con un Museo de la Sal. Esta industria ha sido la mayor empresa del Municipio de San Pedro del Pinatar. Se dispone de cartografía, fotografías y documentación diversa que podría ser expuesta como un complemento muy interesante al Centro de Interpretación del Espacio Natural Protegido.
Fotografía: Javier Giménez
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